Los medios sociales, y twitter en especial, son dúctiles, permitiendo cada uno perfilar su uso de acuerdo a sus intereses. Perfilamos la personalidad que proyectamos dentro de las condiciones de contorno en que nos desenvolvemos. Las palabras que están unos segundos en nuestros dedos están por el infinito en la red, somos esclavos de los 140 carácteres que escribimos y dueños de los que no salen de nuestro cerebro.
La gestión de nuestra presencia en twitter se convierte en una asignatura de la que nunca llegamos a examinarnos. Quizás porque es como la vida cotidiana, equivalente y similar a como pasamos por el mundo. Transitamos todos los días de rol en rol, del actuar personal al institucional pasando por el profesional. ¿No es por ello necesario mantener esas tres presencias diferenciadas en la red?
Una opinión como otra cualquiera, pero soy de la creencia que los empleados públicos más que nadie debemos mantener esa compartimentación. Como bien planteó @andreadimaio, los empleados públicos hemos de ser piedra angular del Gobierno Abierto, acercarnos a los ciudadanos. Pero el acercamiento sólo es transparente en sus intenciones si el rol en que lo hacemos es visible. Nada mejor para visualizar esa diferencia que hacerlo con distintos avatares de acuerdo a nuestras distintas funciones, manteniendo esos tres perfiles diferenciados y con las mínimas interseciones. El ciudadano tiene derecho a saber cuándo difundimos la acción pública (institucional), cuándo actuamos como expertos de un tema (profesional) y cuando actuamos de acuerdo a nuestra ideosincracia (personal).
Esto, al menos, es lo que trata de hacer este funcionario.
¿Y cómo lo haces?. ¿Eres capaz de separar tus personalidades en aquellas que son sólo profesionales, aquellas que son sólo personales, y aquellas que son sólo institucionales?.
ResponderEliminarPara mí, es de verdad muy difícil. Lo que me hace persona es la combinación de todas mis facetas en todos los medios en los que me desenvuelvo. Lo que hace que parezca persona ante los ojos de los demás es precisamente que no muestre una única faceta, sino varias de ellas.
Me interesa el artículo porque plantea de nuevo la vieja cuestión: identidad visible - identidad oculta.
Curiosamente, da la sensación de que sugieres que tu identidad privada es visible y tu identidad profesional-institucional es oculta.
No es que no lo entienda: pero en mi caso es justo al revés. Mi identidad profesional es visible, mi identidad personal es oculta,... salvo por supuesto para aquellos que yo deseo que sepan cual es.
En cuanto a la identidad institucional, déjasela para las instituciones, que creen cuentas institucionales, sin nombres ni apellidos.
Pero en fin, reconozco la complejidad del tema. En ocasiones he rozado y en muchas he estado tentado de sacar los temas personales en mi blog profesional. Y aún no lo descarto para siempre.
Después de todo, somos humanos...
Buf!,
ResponderEliminarEste es un tema recurrente que, reconozco, aún no tengo una clara determinación.
Francamente, lo que comentas lo veo bien... a modo teórico, pero no sé cómo "plasmarlo" en la realidad.
Como comenta Félix, yo soy la amalgama de todas mis facetas, la profesional, la personal, la más humana, etc.
Entiendo tus razones pero no veo cómo desempeñarlas.
Lo que sí que tengo claro es lo que también comenta Félix, la identidad institucional hay que dejarla para las instituciones.
Seguimos debatiendo, es un tema (para mi) poco claro.
Creo que el tema institucional no se ha entendido. Como funcionario, siempre te puede caer la labor de twitear con el perfil del ministerio (p.e.). Ello lleva a una tercera identidad además de personal y profesional.
ResponderEliminarFelix, no se trata de visbilidad. Todos nuestros perfiles pueden ser perfectamente visbles y públicos en la red, lo que varía es el tono y rol que jugamos