Elay, ese ser de dulce acento y ásperas maneras que comparte mis días, me dice que siempre hemos tenido la desgracia que me gustara mi trabajo. Está en lo cierto. Sea por poca exigencia por mi parte, porque la profesión me ha dado en cada momento lo que necesitaba en cuerpo y espíritu o simplemente suerte, ha sido ha sido en la mayoría de mis días. Y así parece seguir siendo en esta nueva andadura.
Tampoco soy una excepción entre mis compañeros de promoción. Llevamos tan sólo una semanas, es cierto, pero de las sobremesas propias de las comidas de estas fechas, es la conclusión que saco. Sea por unas razones u otras, cada cual va encontrando su sitio, sin grandes malestares. Aunque, casi más por obligación que por devoción, practiquemos el deporte de enviar CVs a los 28 que a razón de uno por semana se difunden entre nosotros.
Ello no implica que seamos ciegos, que no sepamos ver los vicios de lo que nos rodea. Hace unos días un compañero hablaba de la escasa compartición de recursos y proyectos en la AGE derivados de sus carencias organizativas. Quizás la raíz del problema sea distinta, que se derive de la escasa importancia que se da, en el fondo, al trabajo tecnológico en la AGE. A pesar de lo que nos digan, a pesar de que haya quien se harte de proclamar la importancia de las TIC en la transformación de la Administración Pública.
Si bien nadie espera que el papel de las TIC en la Administración sea el mismo que en una empresa de telecomunicaciones, por poner un ejemplo, llama la atención que los profesionales públicos de la cosa tecnológica no hayamos sabido o podido hacernos valer lo suficiente. Eso y no otra cosa significan hechos evidentes cómo que en los altos niveles directivos (DG hacia arriba) existan escasos miembros del Cuerpo Superior de Sistemas y Tecnologías de la Información, que dentro de los organismos públicos no exista la figura del alto directivo TIC y que los altos niveles directivos de más claro perfil tecnológico estén en su mayoría copados por personas que no es que no sean del Cuerpo, sino que ni tan si quiera son funcionarios. Dios me libre del corporativismo, pero no termino de encontrar la lógica de la situación.
Unas semanas es poco tiempo para saber analizar la raíz y los porqué de la situación y aportar soluciones para revertir la situación. No por el hecho que supusiera un aumento de cuotas de poder para un colectivo, sino por que parece lo lógico ante el reto de alcanzar una mayor eficiencia y eficacia administrativa que pasa por una implantación generalizada de las TIC más allá del front-office de lo público. La integración de las TIC en los procesos administrativos no puede ser considerándola una "utility" más, sino como herramienta facilitadora de la simplificación de los mismos. Y ello sólo es posible con profesionales motivados con su trabajo, no sólo porqué disfrutemos realizándolo, sino por lo que creamos valorado en todos los aspectos.
La verdad es que es sorprendente que "en los altos niveles directivos (DG hacia arriba) existan escasos miembros del Cuerpo Superior de Sistemas y Tecnologías de la Información, que dentro de los organismos públicos no exista la figura del alto directivo TIC" cuando parece que la modernización administrativa (fundamentada en las TIC) es una de las máximas actuales de la Administración.
ResponderEliminarQuizás no sea directamente extrapolable pero, por ejemplo, en las Universidades públicas comienza a ser habitual los Vicerrectorados TIC (¿equivalente a un Ministerio TIC en la AGE?). Y es que parece lógico que si se quiere transformar todo el sistema (las TIC afectan a todos los ámbitos de lo público) debe haber un fuerte liderazgo... ni que decir que este liderazgo debería ser ostentado por expertos en la materia y no por los políticos de turno.