Nuevas y radicales aproximaciones son necesarias en sector público. La más necesaria los modos en que servimos a los ciudadanos. La innovación en la cadena de producción ha de partir de considerar como un bien público no solo el resultado de lo realizado por Administración y Gobiernos, sino el mismo proceso de producción. Si la cadena de producción de los servicios públicos pasan a ser un valor público, el ciudadano ha ser un recurso mas de la misma.
El lugar de los ciudadanos en la coproducción tendemos a enclaustrarla en la provisión de los mismos. No es mal comienzo. Pero de igual modo que la ilustración no pudo parar en el despotismo ilustrado, en el " todo por el pueblo pero sin el pueblo", difícilmente el nuevo contrato social público puede quedar reducido a la coproducción dirigida. La sociedad ha de ser parte del diseño, planificación, provisión y evaluación de los servicios públicos.
Nuevos modelos que exigen nuevas habilidades de los empleados públicos. Ir más allá de la producción del valor público para adentrarse en la capacitación de los ciudadanos, moverse desde la adquisición de componentes cerrados a la coordinación de las acciones para su desarrollo. Mas efectividad requiere más flexibilidad en cómo se produce lo público.
La coproducción es pasar del monociclo al triciclo. Pasar de un ejercicio jerárquico del poder público por el nivel político a un ejercicio compartido, donde empleados públicos y ciudadanía se incorporan como ejes también protagónicos de la cadena de producción de los servicios públicos junto a políticos. Ello no implica necesariamente más eficiencia inicial, pero si en el medio plazo. La coproducción es flexibilidad a cambio de complejidad, y la complejidad es mayor coste en corto plazo. Un esfuerzo presupuestario inicial para activar la co-producción es el coste de una inversión social, el coste de un cambio social necesario. Mas participación ciudadana implica mejor satisfacción de las necesidades, mas participación de los empleados implica una mayor creencia en lo que se hace y un mejor servicio.
El lugar de los ciudadanos en la coproducción tendemos a enclaustrarla en la provisión de los mismos. No es mal comienzo. Pero de igual modo que la ilustración no pudo parar en el despotismo ilustrado, en el " todo por el pueblo pero sin el pueblo", difícilmente el nuevo contrato social público puede quedar reducido a la coproducción dirigida. La sociedad ha de ser parte del diseño, planificación, provisión y evaluación de los servicios públicos.
Nuevos modelos que exigen nuevas habilidades de los empleados públicos. Ir más allá de la producción del valor público para adentrarse en la capacitación de los ciudadanos, moverse desde la adquisición de componentes cerrados a la coordinación de las acciones para su desarrollo. Mas efectividad requiere más flexibilidad en cómo se produce lo público.
La coproducción es pasar del monociclo al triciclo. Pasar de un ejercicio jerárquico del poder público por el nivel político a un ejercicio compartido, donde empleados públicos y ciudadanía se incorporan como ejes también protagónicos de la cadena de producción de los servicios públicos junto a políticos. Ello no implica necesariamente más eficiencia inicial, pero si en el medio plazo. La coproducción es flexibilidad a cambio de complejidad, y la complejidad es mayor coste en corto plazo. Un esfuerzo presupuestario inicial para activar la co-producción es el coste de una inversión social, el coste de un cambio social necesario. Mas participación ciudadana implica mejor satisfacción de las necesidades, mas participación de los empleados implica una mayor creencia en lo que se hace y un mejor servicio.
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