Ejercer las labores de padre le llevan a uno a cuestionarse nuestro sistema educativo. En el cotidiano acto de tomas la lección a mi hija, me encontré la desagradable sorpresa que en la asignatura de Lengua al hablar de la presentación como instrumento de comunicación no mencionaba las herramientas multimedia como elemento de apoyo imprescindible. Contrariamente, de modo agradable, la subsiguiente charla con mi hija comentando el hecho me dió la satisfacción de que mi hija calificara dichos contenidos obsoletos por ese detalle y tildara, en general, los instrumentos educativos utilizados en su colegio como arcaicos.
Esta obsolescencia de contenidos educativos y medios no es sin embargo la enfermedad más aguda de nuestro sistema educativo, y al hablar de nuestro no me refiero sólo al de España, sino en general al sistema educativo de nuestra sociedad industrial. La enfermedad más grave del sistema educativo es el desfase entre las actitudes frente la vida que en el se promocionan y los que se necesitan en nuestra sociedad del Siglo XXI. La denuncia de este desfase es el objetivo fundamental del manifiesto "Stop stealing dreams" escrito por Seth Godin.
Nuestro sistema educativo, sigue siendo la factoria de creación masiva de elementos aptos para la producción indistrial, perfectamente intercambiables unos por otros, donde se prima más la disciplina que la creatividad. Esta creación en serie destruye el riesgo y el deseo del aprendizaje continuo, la actitud de estar en cambio continuo que necesitan nuestros hihos para sobrevivir en una sociedad del conocimiento. En lugar de la capacidad de búsqueda y relación, se sigue premiando la memorización. La memorización era necesaria cuando el acceso al conocimiento no era ubicuo, hoy la memoria se llama Internet y es un elemento externo a nuestro cuerpo.
Los mapas han desaparecido ya que las rutas han dejado de existir. Y sin embargo insistimos en no enseñar como usar la brujula y no darles las herramientas para que se adapten a un pasaje cambiante. El grupo como apoyo tampoco es la norma, el valor de compartir para ser más capaz no se fomenta con el trabajo en grupo como norma. Y al mismo tiempo, les enseñamos a nuestros hijos que nadie es imprescindible, que son piezas recambiables de un mecanismo. Deben ser parte de un grupo para alcanzar metas, pero hemos de fomentar en ellos la autoestima de ser imprescindibles y únicos.
Porque nuestros hijos han de ser capaces de ser únicos. Las piezas sustituibles llevan al pago por horas, a la producción basada en el precio y no en la pasión. La producción de acuerdo a las normas puede ser expatriada a dónde su producción sea más barata. La creación basada en la pasión es única e irrepetible.
La sociedad industrial ha acabado. Sólo nos queda eliminar la educación para la sociedad industrial para poder transitar a la sociedad del conocimiento.