La implantación del Gobierno Abierto, derivado de su novedad e imbuído por el espíritu 2.0, está en una fase de prueba y error. En la medida que sepamos aprender de los casos de fracaso tanto como de los casos de éxito, podrémos alcanzar buen puerto en la parcela de navegación que nos atañe. Es por ello que es importante que se divulguen casos como el acaecido en verano en el Reino Unido, dónde una llamada del Gobierno a los ciudadanos para aportar ideas de lucha contra la crisis finalizó en un sonoro fracaso. Los funcionarios encargados de implementarlas rechazaron todas y cada una de ellas para desánimo de los ciudadanos que participaron.
Por todo profesional informático es conocido que un proyecto tiene éxito en la medida que:
Por todo profesional informático es conocido que un proyecto tiene éxito en la medida que:
- Exista una visión clara de su objetivo
- Pueda demostrarse un caso de negocio favorable
- Se disponga de la tecnología necesaria
- Se lleve a cabo un rediseño de los procesos
- Las personas asuman los cambios culturales
Visto como un proyecto, es explicable por tanto el fracaso obtenido en el Reino Unido. No me cabe duda que existía una visión (apoyada desde el más alto nivel político, baste recordar la carta de Cameron al inicio de su mandato) y se creía contar con un caso de negocio favorable (el derivado de la implantación de la denominada Big Society, buscando extender los procesos de decisión a la sociedad como medida de eficiencia). Tampoco será por ausencia de las tecnologías necesarias (disponibles desde hace tiempo para el que quiera utilizarlas). Cualquier profesional informático habría identificado que el proyecto estaba llamado al fracaso al no haberse realizado la adaptación de procesos ni el cambio cultural necesario.
En primer lugar, se trató de una iniciativa dirigida desde el nivel político, y no embebida en el complejo proceso de desarrollo de una política pública. Por un lado, el nivel político pidió opinión a los ciudadanos. Por otro, los funcionarios desarrollaron su actividad. Encajar al final ambas piezas resultó imposible. No se adaptó el proceso de diseño a recoger la participación ciudadana. Es el liderazgo político el que debe impulsar este rediseño de procesos.
En segundo lugar, existió también sin duda resistencia al cambio de los empleados públicos. Si no se le enseña a usar una caña a alguien no es posible convertirle en pescador. Incorporar la creencia de que las mejores ideas no son necesariamente las propias y el uso de las herramientas 2.0 y los medios sociales para desempeñar la actividad profesional, requiere un proceso formativo. No creo que Reino Unido sea distinto del caso de las escuelas de formación de empleados públicos en España, y, al menos el INAP, no incorporan aún cursos en este sentido. Tampoco podemos confiar en que los empleados públicos más jóvenes lideren este proceso, como bien recordaba un artículo que leí hace unos semanas, saben usar la tecnología 2.0 para el ocio pero no en lo profesional, y lo peor es que tampoco se dan los pasos para enseñarles este uso.
Resumiendo, la voluntad de impulso del Gobierno Abierto y los medios para desarrollarlo son importantes, pero igual lo es el aprendizaje de cómo hacerlo por parte de funcionarios y el rediseño de los procesos administrativos por parte de los responsables políticos.
Estoy básicamente de acuerdo con el contenido. Sobre el aprendizaje, me temo que vamos a tener que aprender experimentando con el riesgo de cosechar algún fracaso como el que describes. Con todo, a mi me parece que lo más importante es la actitud. Por eso no soy muy optimista con relación a los más jóvenes. Según mi experiencia, no son ni mucho menos los más predispuestos al cambio.
ResponderEliminarLo que es de agradecer en este post es el punto autocrítico que no advierto en los mensajes de otros trabajadores públicos. Entiendo la necesidad de reivindicar el papel de lo público y de sus servidores. Son elogiables y muy deseables iniciativas como la del Orgullo Funkz. Pero no es posible hacer una buena construcción sin conocer bien cómo son los cimientos, sobre todo allí donde son más débiles.